"Unidad" Vs. Democracia de verdad

Las relaciones entre humanos pueden regirse por: a) cuestiones totalmente pragmáticas o b) principios. Cuando las relaciones no se rigen por principios, se corre el peligro de vivir en el conflicto constante. Y cuando existe el peligro latente de conflictos, únicamente el autoritarismo y la represión —forzamiento a la sumisión— podrán mantener una paz aparente.

En México vivimos en esa paz aparente durante las décadas en que las relaciones se rigieron por intereses y arreglos privados.

Dentro de la amalgama de sucesos del siglo 20 surgió por lo menos una institución —el partido político llamado de "Acción Nacional"— que buscó provocar un viraje hacia una forma de hacer política basada en principios: transparencia, democracia, apertura, inclusión, libertad de expresión, economía de mercado, contribuciones equitativas, educación de calidad para todos, salud pública generalizada y otros valores como el respeto a las diferencias individuales y la libertad de cultos.

Le tocó a ese partido vivir una etapa en la que realmente no tenía ninguna razón de existir. Se mantuvo haciendo el papel que a veces pareció de palero político, digamos, para hacer legítimo ese sistema pragmático, basado en "la unidad" —que no era otra cosa que "bajar la cabeza si no te tocó"— que gobernó México hasta el año 2000 a nivel federal y continúa gobernando la gran mayoría de los estados.

En Yucatán parecíamos haber logrado colocar al sistema de gobierno basado en principios —democracia, transparencia, libertades, honestidad, respeto a la ley— como sustituto del sistema basado en el autoritarismo, ese que requiere de "la unidad", que es una forma de acallar a los disidentes para que "no molesten". Pero no fue lo que parecía: la gente del partido de "Acción Nacional" adoptó —y medios importantes le sugieren que consolide esa adopción— el sistema del pragmatismo que requiere de la "unidad".

Esa adopción de facto que se ha dado en Yucatán es lamentable y representa un retroceso cívico. O bien, una demostración de que "el priista que todo mexicano lleva dentro" es un hecho real.

La "unidad" política es sinónimo de disciplina, de cancelación de imaginación para convencer, de incapacidad de aceptar derrotas electorales internas o externas. La "unidad" es una forma de pragmatismo que tendrá que aplicarse en la medida en que en vez de ciudadanos continuemos creciendo en una cultura que prefiere hacernos sentir súbditos del que "pragmáticamente" y por el último acto de "unidad", queda en el poder político.

Esto es inaceptable. ¿Por dónde empezamos?

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