Confundidos en la selva de lo falso

Es el grito desesperado de la oposición en México: “¡Que no dejen hablar al presidente Calderón! Eviten a toda costa que hable de contrastes.

Por todos lados se va esparciendo la consigna priista de impedir a toda costa que los panistas recurran al método de contrastar, para demostrar las verdaderas grandes diferencias entre la forma de gobernar de un partido y la forma de hacerlo el otro.

Hoy, el presidente Calderón decidió lanzar un discurso público para traer a colación una importante aclaración para responder a lo que dijo el presidente del PRI, Joaquín Coldwell, en relación a que los gobiernos del PAN habían empobrecido más al país. Los contrastes que el presidente Calderón ha dado —no vale la pena repetirlos aquí, dado que se pueden encontrar todos ellos, en detalle, en el sitio de la presidencia.gob.mx— no dejan lugar a duda alguna. Es muy difícil, sin embargo, hablar ante oídos sordos.

El Reforma decidió darle a la nota el título Acarrean a burócratas a acto de Calderón. En esa forma se borró totalmente el contenido real del acto. Nuestro país, sin duda, sufre de algo terrible. En el pasado, estos actos se formaban para contar mentiras, para lanzar cifras que no eran verdaderas, dado que al terminar los sexenios, se demostraba que el país estaba efectivamente quebrado.

Hoy, cuando el presidente Calderón convoca a un acto informativo —más que nada, para darle cabal respuesta a los comentarios de Joaquín Coldwell— y dice cifras corroborables, incluso reconocidas en detalle a nivel internacional, entonces, la nota periodística hace algo para agradarle… ¿a quién? ¿A quién le pretende agradar El Reforma? Están molestos porque no les han dado tanta publicidad como les habría gustado. ¿De eso se trata? No parece ser así. Entonces, ¿está maiceado el reportero que lanzó la nota? ¿Ya le llegaron los esbirros de Joaquín Coldwell?

El asunto importante es que las cifras que ha dado hoy Calderón —que están siempre listas para que cualquiera las pueda ver en el portal de presidencia.gob.mx— son fundadas y ciertas. No son cuentos de sexenio. El país está más fuerte que jamás estuvo. Y esta fortaleza solo se ha logrado cuando los gobiernos que han dirigido México durante los últimos 11 años, han hechos las cosas con responsabilidad financiera, administrativa y honestidad operativa. Nadie lo duda: ha habido actos aislados de corrupción, pero no la selva generalizada que se dio durante los años de desgobierno federal priista y que hoy puede volverse a encontrar en los estados, totalmente endeudados, que dejan los gobernadores priistas, e incluso perredistas.

Las libertades de la democracia, dejadas en manos de delincuentes culturales, se convierten en armas letales en contra del pueblo de México entero. Hoy tenemos leyes que impiden que los gobiernos buenos, los que de verdad obtienen resultados, puedan dar a conocer lo que han logrado actuando con responsabilidad administrativa. Las leyes electorales prohíben que los políticos que han hecho bien las cosas, lo demuestren, para que los votantes se den cuenta y voten por los del mismo partido. ¡No! Los del PRI se encargaron de promover leyes que los ingenuos panistas, en su momento, aprobaron, creyendo que, a fin de cuentas, eso protegería al pueblo de las mentiras de los gobiernos priistas. Pero no se dieron cuenta de que también evitaría que el pueblo se entere de las verdades contundentes de lo positivo hecho por los gobiernos buenos.

“Es que ese es el deber del político…” Eso es lo que uno puede oír que pontifiquen los de la pose de oposición automática a todo lo que sea PAN, solo porque puede ser que haya más creyentes católicos dentro de ese partido. Claro que el deber del político es hacer las cosas tal cual las hace el PAN cuando gobierna. Claro que sí. Pero también es cierto que si durante todo el tiempo, prensa y medios desbocados creen que ser “valientes informadores” es criticar todo, aún lo positivo y minimizarlo, engañando a la gente con respecto a lo que realmente tiene valor para la nación, entonces es necesario que los políticos que hacen bien las cosas, tengan la oportunidad de informar lo que realmente lograron en sus mandatos.

La Internet ayuda a que la historia pueda ser revisada con objetividad en el futuro. Esperemos que las cosas de los portales oficiales de hoy permanezcan intocables, para que las generaciones futuras, esas que se acostumbrarán más a usar Internet para estudiar lo que realmente sucedió, algún día observarán cuidadosamente los indicadores y entonces dirán: “Ah, caray, ¡estos sí que hicieron bien las cosas! ¿Por qué la gente no lo sabrá?”

Las libertades democráticas en una cultura de corrupción, son terriblemente peligrosas para las decisiones colectivas que la gente habrá de tomar en las urnas. Allá es cuando la gente vota según lo que ha oído, según lo que ha logrado captar. Obvio, me refiero a los que no tienen intereses directos con algún político o partido. Me refiero a los ciudadanos que, para votar, deben analizar por qué les conviene, como nación, como estado, como ciudad, un partido, un grupo político y no otro, que ha tenido su momento y solo ha echado a perder las cosas.

Los ciudadanos responsables de este país debemos tomar las riendas de la política y convertir a la política en lo que es cosa pública. Todos nosotros somos el público, el pueblo, la ciudadanía. No podemos dejar las cosas públicas en manos de unos cuantos, esos que han hecho de lo público, asuntos de su privacidad particular. La elección de 2012 solo podrá reflejar lo que le conviene a México si son los ciudadanos capaces de vislumbrar la realidad, de leer entre líneas y de entender los contrastes, los que habrán de liderar a los que aún mantienen confundidos en la selva de lo falso.

 

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