López Obrador y la devaluación del peso mexicano en 2012

La ignorancia de nuestro pueblo mexicano es algo increíble. Pero es una grosería lo que han hecho los medios durante los últimos 12 años. Hoy —junil de 2012— estamos viendo la hecatombe, el desastre que se viene sobre México.

La percepción del mexicano —en parte por su gran ignorancia sobre la realidad nacional— es que los gobiernos “humanistas” —los emanados del PAN— no han “hecho nada” o que “todo ha seguido igual”. Nada más falso que esas creencias. Pero son la conclusión cuando uno ha leído o visto u oído a los comentaristas sin control en todos los medios.

Y digo “sin control” porque, por desgracia, cuando son controlado por el PRI —léase, “maiceados”, o atendidos con dádiva monetaria concreta— entonces todas las cosas del gobierno “funcionan de maravilla” [sic], hasta que el país cae en pedazos, como sucedía sexenalmente durante los gobiernos del PRI.

Hoy, conforme López Obrador, el candidato del PRD y la izquierda en general, se acerca en puntos porcentuales de intención de voto a Peña Nieto, el dólar va subiendo de precio.

Los “grandes” hombres de negocios de México siempre han preferido al PRI que al PAN. Un gobierno “humanista” tiene el hábito de respetar la transparencia y el equilibrio o igualdad de oportunidades cuando está en el poder. Además, usa el poder estrictamente de acuerdo a lo que la ley le permite. El regreso del PRI a Los Pinos significa para muchos hombres de empresa muy tradicionales, el regreso de la oportunidad de la transa y, algo más importante, asegurarles que ahora podrán, entre todos, dar servicios mediocres, porque no tendrán que competir entre sí: el PRI se encargará, pagadas las debidas mordidas en forma institucional, de distribuir equitativamente algo que solo se puede distribuir en razón y beneficio del ciudadano que paga impuestos.

Los gobiernos panistas fueron incómodos para esa llamada clase empresarial que, lo que busca, es arriesgar el mínimo posible y ganar el máximo, aunque la calidad de los servicios que dé sea de mediocre a mala.

Con Peña Nieto, tenemos un México de la mediocridad, con “empresarios” contentos, porque no tendrán que ser mejores, sino simplemente, transar a tiempo. Con López Obrador, tendremos un México de miedo, con empresarios que ya empezaron a huir, con la sola noticia de que López Obrador podría ser el triunfador en la justa electoral.

¿Qué pasaría si la presidenta fuera Josefina Vázquez Mota? Lo que debería suceder en México: continuarían los empresarios compitiendo entre sí para dar el mejor servicio, porque saben que con los panistas —terriblemente aburridos— no pueden transar, sino que tienen que competir. Los inversionistas de otras partes del mundo, continuarían viniendo a México, porque la confianza en que encontrarán igualdad de oportunidades continuaría con la señora Josefina Vázquez Mota.

Tristemente, el escenario que estamos ya comenzando a ver, no ofrece ninguna garantía de bienestar para los mexicanos en general. Carstens, el gobernador del Banco de México, acaba de declarar hoy que el país está listo para soportar una embestida al peso, como la que ya se está dando. La reserva está en 153 mil millones, además de que México cuenta con una línea de crédito en el FMI (Fondo Monetario Internacional) de 75 mil millones de dólares.

¡Qué lindo! ¿No? La pregunta es, ¡¿por qué carajos tenemos los mexicanos que volver a vivir un estúpido problema de ataque al peso mexicano?! ¿Saben lo que eso significa? Que todo lo que ahora estamos acostumbrados a consumir, mucho de ello importado, va a subir de precio en forma totalmente artificial: solo porque la demanda de dólares dentro del país está aumentando. El Banco de México podría afrontar ese ataque utilizando la reserva. Pero, ¿es justo que se tenga que hacer uso de la reserva solo porque el electorado mexicano no entendió lo que realmente le convenía a México?

El electorado, que me perdonen, pero es muy ignorante. Está actuando en forma tonta. ¿No se dan cuenta de lo que pierden? La única opción de gobierno decente que pueden escoger es la panista. Por aburrida y repetitiva que les parezca: en este momento esa es la única opción. Podrían haberse formado otras opciones, pero no sucedió así. Por ejemplo, la izquierda pudo haberse perfeccionado, pero López Obrador tuvo ya sus desavenencias con los grupos empresariales. El PRI pudo haberse ya “educado”, pero en Yucatán, Veracrúz, Coahuila y Edomex, vimos que siguen siendo igual que siempre.

Peña Nieto no es problema para los grupos empresariales, porque entre estos hay tendencias a la corrupción muy conocidas de todos los mexicanos. Que regrese el PRI a Los Pinos es algo que, en general, no le conviene a las mayorías mexicanas porque, a final de cuentas, salen perdiendo en calidad de productos, de servicios y de vida en general.

La opción del panismo es la única que garantiza una sociedad competitiva, que significa más calidad en productos y servicios para el consumidor, una mayor oferta, precios más competitivos: en resumen, una mayor calidad de vida. Pero además, es la única opción que ha demostrado no desbaratar el país cada fin de sexenio. Al contrario: cada día México es un país más fuerte. Falta que muchos mexicanos asimilen y acepten que ellos mismos también tienen que cambiar.

La elección de 1 de julio de 2012 marcará —según la evidencia que hoy nos abruma— el comienzo de un retroceso. Muchos observadores internacionales lo lamentarán, al igual que la gran mayoría de los mexicanos. Algún día, las generaciones futuras se lo reclamarán a los culpables.

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