Intercambio

El término o concepto de intercambiar es solo un desprendimiento, una extensión del concepto de Modelo del dinero. La gente acepta el dinero como única forma de coexistir con cierta paz, porque tiene una inyección cultural letal, consistente en la idea del intercambio.

Ningún ser humano —es la teoría detrás del concepto de intercambio— tiene derecho a sobrevivir a menos que se lo gane. Y ese derecho se gana con los trabajos. Es decir, por eso todos los seres humanos deben contar con un trabajo.

Pero los trabajos no son algo que el individuo que los necesita pueda crear, sino algo que la sociedad como un todo, genera, incluso sin que alguien sepa que eso está sucediendo. Los trabajos que las personas tienen la obligación de tener son formas de ocupación en las que los individuos son aceptados y a los cuales se les encargan tareas. Quien no hace bien esas tareas, pues pronto será despedido, y otro vendrá para tratar de hacer bien esas mismas tareas. Así va sucediendo, hasta que los que ocupan los puestos de trabajo finalmente le atinan al asunto y se mantienen firmes.

Los que no hicieron bien esos trabajos, deben continuar en su búsqueda hasta encontrar otros que sí puedan hacer bien. En el ínterin —es decir, en tanto encuentran el trabajo adecuado— nadie sabe cómo lo harán para sobrevivir. (Ah, perdón, para eso existen las caridades, ¿no es así?)

Detrás del concepto de la necesidad de tener un trabajo está el obligatorio concepto de Intercambio: “Tú das esto y aquello, yo doy esto y eso, él da eso y eso otro, ella da esas cosas y aquellas; entonces todos podemos usar lo que los demás hicieron”. Y así, el cuento de hadas sugiere que todo funcionará “de maravilla”. Nosotros sabemos —por el mundo que vemos ante nuestros ojos todos los días— que la realidad es diferente.

El asunto es que el modelo cuenta con la contradicción:

  1. Solo puedes triunfar si sabes hacer bien algún trabajo
  2. Solo puedes tener trabajo si alguien necesita que tú hagas eso que sabes hacer
  3. No es asunto de la sociedad en conjunto qué harás si eso que sabes hacer no lo necesita alguien todo el tiempo

Por lo tanto, nadie tiene seguro un trabajo, o sea, una forma de sobrevivir. Lo que se produce en las sociedades solo puede ser aprovechado por las personas que tienen habilidades o saben hacer algo que otros necesitan. Si lo que tú sabes hacer (te gusta hacer o estás convencido que debe hacerse) no le interesa a los demás, ¡pues no tendrás la oportunidad de probarlo! De todas maneras, cuando encuentras un trabajo y sabes ya lo mal que se siente el no tenerlo, te vas a callar la boca y vas a dejar que las cosas continúen con el ritmo que llevan, aunque intrínseco a su estructura, estarán generando todo tipo de inexactitudes.

Pero, por otro lado, todas las tendencias humanizantes de todas las sociedades modernas, incluyendo en buen lugar al organismo llamado Las Naciones Unidas, tienen el convencimiento de que es un Derecho Humano Básico el de sobrevivir. Por lo tanto, si seguimos la lógica de esa consigna, debemos concluir que la sociedad no puede (no tiene derecho, le está prohibido) mantener condiciones en las que algunos individuos no tengan trabajo —o sea, no tengan derecho a sobrevivir.

La realidad es totalmente diferente. El Modelo del Dinero se desprende de, o genera el concepto de Intercambio. Uno y otro van en paralelo, aunque uno genera al otro. Probablemente el concepto de intercambio es algo que se vuelve “natural” como cuando se utiliza en forma regular la agricultura, en vez de la convivencia en terreno común y toma de la madre tierra el fruto de la supervivencia. No hay necesidad de intercambio en la medida en que el fruto de la supervivencia está allí, libre, para que quien lo requiera, solo lo tome. Ah, pero todo cambia cuando el fruto para sobrevivir es resultado del trabajo de uno o varios individuos. Entonces ellos sienten que si alguien quiere hacer uso de sus productos, entonces debe dar algo a cambio.

Un modo de producción —la agricultura— da como resultado una forma de existencia: la necesidad del intercambio. Esta necesidad se hace práctica con el invento del dinero. Éste, en sí, ni sirve para nada ni es útil para sobrevivir. El valor solo es un reflejo de lo que lo sustenta: quien lo tiene, supuestamente ha hecho algo por los demás en algún otro lado. Eso que hizo lo intercambió por dinero, una forma de certificado de derecho a lo que otros hayan producido.

Entonces, detrás de la tragedia humana —tragedia que se genera a partir del momento que un grupo decide acudir a la agricultura en vez de la toma pasiva de los frutos del territorio— está el concepto de intercambio. El concepto está ahora a tal grado arraigado en la mentalidad del humano de 2013 —y desde hace diez mil años— que en un grupo será difícil encontrar a 3, entre 10 mil, que ven factible la anulación del intercambio y el movimiento hacia un modelo de vida que prescinda de esa necesidad.

¿Prescindir del intercambio? Pero, ¿cómo sería eso posible? Entonces, ¿yo voy a dar todo lo que yo puedo y sé, y no tendré ninguna seguridad de que los otros van a hacer lo mismo? Así suena la pregunta dentro de nuestro modelo cultural en diciembre de 2013. La realidad es que prescindir del concepto del intercambio significa dar y jamás esperar recibir.

La potencia de la especie sería máxima en es forma. Mucha gente es obligada a dar lo que ni tiene ni entiende ni sabe. Se le obliga a hacerlo por el concepto de intercambio. Mucha gente con mayor capacidad, inventiva y potencialidad para aportar al colectivo de la humanidad, está pasiva debido a que el intercambio dicta otro camino. La mediocridad en la que progresivamente vamos cayendo —que significa no desarrollarnos con nuestra verdadera potencialidad— se convierte en lo normal.

La realidad es que nos vamos estancando. Entramos a un verdadero círculo vicioso, del cual solo podremos salir si aceptamos la necesidad de movernos de paradigma y erradicar el concepto de la necesidad de intercambio, convirtiéndonos en agentes naturales del progreso humano natural.

Para ello necesitamos entender que debemos erradicar el *modelo del intercambio.

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